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Los cuerpos ultradensos

os cuerpos ultradensos incluyen diversos tipos de estrellas: enanas blancas, estrellas de neutrones, pulsares, agujeros negros y quasares. Las enanas blancas (véase el apartado sobre estas estrellas), son de tamaño similar al de la Tierra, tienen baja luminosidad debido a su tamaño y giran con gran rapidez.

Las estrellas de neutrones se cree que se forman por una gran contracción con un límite de tamaño, más allá del cual se obligarían a contraerse hasta convertirse en un agujero negro, de donde no podría escapar radiación alguna.

Pulsares

Los púlsares son emisiones de onda corta producidas por estrellas de neutrones muy densas cuando giran vertiginosamente. Se estima su diámetro de giro en unos 16 Km., y en que giran una vez por cada periodo de vibración. La radioastrónoma británica Jocelyn Bell, descubrió en la década de 1960 señales radio pulsantes provenientes de objetos que se asemejaban a las estrellas.

Mediante radiotelescopios han sido descubiertas numerosas fuentes de radiopulsos. Los periodos de vibración de los púlsares son extremadamente constantes; oscilan entre varios segundos y apenas una mínima fracción de segundo. Para detectar una mínima variación en el intervalo del pulso medio, es preciso utilizar relojes muy precisos, y aún así sólo en unos pocos púlsares. La exactitud del intervalo es tal, que para duplicar el periodo característico tardaría alrededor de un millón de años.

El estudio de estas señales demostró que se trataba de materia muy condensada (más aún que las estrellas enanas blancas). Los púlsares son los objetos más densos que se hayan detectado en el Universo, exceptuando a los agujeros negros. Carl Sagan, en su obra Cosmos, explica mediante un sorprendente ejemplo el efecto que causaría en la Tierra una materia tan condensada:

"La materia de una estrella de neutrones pesa, si tomamos de ella una cucharadita de té, sería más o menos lo mismo que una montaña corriente: pesa tanto que si sujetáramos un trozo de esta materia y luego lo soltáramos (no nos quedaría otra alternativa), podría pasar sin esfuerzo a través de la Tierra como hace una piedra que cae por el aire, se abriría por sí solo un agujero a través de nuestro planeta y emergería por el otro lado de la Tierra. Los habitantes de aquel lado, que estarían dando un paseo u ocupándose de sus cosas, verían salir disparado del suelo un pequeño fragmento de estrella de neutrones que se pararía a una cierta altura y volvería de nuevo al fondo de la Tierra, ofreciendo así, por lo menos, algo de diversión a su rutina diaria.

Si cayera del espacio cercano un trozo de materia de estrella de neutrones y la Tierra estuviera girando debajo suyo, penetraría repetidamente a través de ella y perforaría centenares de miles de agujeros en su cuerpo de rotación antes de que detuviera su movimiento la fricción con el interior de nuestro planeta. Antes de pararse definitivamente en el centro de la Tierra, el interior de nuestro planeta presentaría brevemente el aspecto de un queso suizo, hasta que el flujo subterráneo de roca y de metal curase las heridas.

No importa que se desconozcan en la Tierra fragmentos grandes de materia de estrellas de neutrones, porque los fragmentos más pequeños están en todas partes. El poder asombroso de la estrella de neutrones nos acecha en el núcleo de cada átomo, oculto en cada cucharilla de té, en cada hálito del aire, en cada tarta de manzana. La estrella de neutrones nos infunde respeto hacia las cosas corrientes".

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